Abril.
Si algo de especial tiene Abril para los andaluces es que
comienzan las ferias, esas fiestas populares que se celebran en cada pueblo de
Andalucía y en cada ciudad durante toda la primavera-verano y parte del otoño.
La primera y más famosa es la Feria de Sevilla, única donde
las haya.
Hace 2 años, tuve la oportunidad de vivir esa feria y la
verdad es que es diferente.
Muchos, cuando hablen de Sevilla, hablarán de “postureo”, y
es cierto; en Sevilla la gente, en general, es más de ir con traje y camisa, y
más tratándose de la feria. Es cierto, que se llevará más lo de “aparentar”,
pero en parte es lo que le da ese toque diferente a la ciudad.
Para mí, la Feria de Sevilla fue como volver al pasado; fue
como introducirme en la Andalucía de antaño, una Andalucía donde el único medio
de transporte era el caballo, donde las calles estaban sin asfaltar, las mujeres
vestían con vestidos pomposos y los hombres con traje y sombrero.
Casetas minuciosamente decoradas, con farolillos, flores;
rebosaban de color.
Cada una de ellas lleva un nombre, y pertenece a una determinada asociación,
peña o grupo de familiares, por lo que la gran mayoría tienen la entrada
reservada a esos socios; se suele decir que si vas a ir a la feria es mejor
buscarse un “amigo con caseta”.
En ellas, siempre hay música de feria, es decir: sevillanas,
rumbas, flamenco…, comida, bebida y gente con ganas de pasarlo bien.
Y en cuanto a bebida, si hay una bebida típica de la feria
de Sevilla, es el vino manzanilla que mezclado con 7up, da lugar al famoso "rebujito", que aunque al principio puede
no convencer del todo, al final, suele gustar demasiado.
Además de las casetas, están las atracciones, puestos de
comida, etc. como en cualquier otra feria, pero si por algo resalta la feria de
Sevilla no es por eso, sino por su elegancia, y su respeto a lo tradicional.
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