Así definiría la vida.
Cuando somos pequeños creemos que la vida es un cuento de
hadas, con príncipes y princesas que son felices para siempre en su castillo
maravilloso. Creemos que la dificultad más grande que vamos a encontrarnos en
la vida, es que tu madre no te compre ese juguete que quieres; o que suspendas
un examen y tu padre te de unos cuantos de gritos y te diga que hay que
estudiar más.
Pero vas creciendo y te vas dando cuenta de que esas
historias de los cuentos no se encuentran en la vida real…al menos, no esas
historias tan idílicas y con finales perfectos, porque si algo caracteriza a la
vida es la imperfección.
Pero, ¿qué haríamos sin esa imperfección? ¿Acaso la vida no
sería aburrida, sin problemas que resolver? ¿sin obstáculos que superar? ¿sin
penas y alegrías? ¿sin rosas y espinas?
Son esas espinas las que nos hacen crecer, aprender,
levantarnos después de cada golpe.
Son esas lágrimas que derramamos las que nos ayudan a cicatrizar
las heridas y las que nos empujan a afrontar la siguiente batalla con más
fuerza y coraje.
Nunca pensé que mi apellido fuera acorde con mi persona: “Guerrero”, porque esa palabra me evocaba pelea, violencia, y me considero la persona más pacífica del
mundo. Pero ahora considero el otro significado que la palabra conlleva, aquel
de persona luchadora, inquieta, valiente. Y veo que esa es la persona que soy, la
que he sido y la que quiero ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario