Seguro que a alguna de vosotras alguna vez en vuestra vida
os han llamado esta palabra: “modosita” o bien, alguno de vosotros/as le ha
dedicado este bonito vocablo a una adorable niña.
Una servidora, en innumerables ocasiones ha recibido “halagos”
de este tipo: “modosita”, “tienes cara de no haber roto un plato en tu vida”, “qué
cara de buena”, “qué calladita eres”.
Y tú, con tu cara de buena persona le dedicas una sonrisita
porque por tus buenos modales es lo que toca.
Pues bien queridos señores, las niñas “modositas” como
vosotros las llamáis somos gente normal, que también hacemos cosas malas,
también suspendemos, también alzamos la voz si hace falta, también nos enfadamos,
también nos peleamos (yo aún no he llegado a las manos con nadie), y también
rompemos platos e incluso vajillas enteras.
Las niñas "modositas" también hablamos, hablamos hasta por los
codos, sólo depende del dónde y el con quién.
Porque como dice el refrán: “las apariencias engañan” y
nuestra cara se puede decir que engaña, a lo mejor la que más. Pero ¿¿qué
podemos hacer nosotras?? No puedo reflejar en mi cara todas las veces que he
metido la pata, todas las veces que he hecho cosas mal, todas las veces que he
sido simplemente como el resto del mundo.
Es cierto que las “modositas” tenemos cara de buenas
personas y es cierto que somos buenas personas, (al menos en mi caso) pero no creáis que por
eso somos perfectas o tontas, vírgenes o santas, o libres de pecado.
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