domingo, 17 de julio de 2016

Rinconcitos de Miami

 Porque en Miami no todo son playas, al sur del Miami Dade County, se encuentra una especie de pueblo inglés (por la arquitectura de sus casas) en medio de lo que parece una selva o jardín botánico. El llamado Cauley Square, ofrece desde una tetería, al más puro estilo británico; al estudio de un pintor, o una tienda esotérica; una estatua de un cristo o la de la figura de una mujer hecha con ramas y restos de los árboles.












10 minutos más al sur, se encuentra el Redland Market Village, un mercadillo donde encuentras todo tipo de verduras, frutas, zapatos, ropa, y puestos de comida, sobre todo mexicana, todo a un precio no-miamense y por tanto, muy asequible. Es como introducirse en un barrio latinoamericano, donde puedes, desde comerte unos tacos muy picantes, a bailar una ranchera cantada por mariachis.








jueves, 7 de julio de 2016

Lo que no se dice...

Hoy, leía una post acerca de la parte "mala" del que hace de su vida un ir  y venir de lugares; de lo que llamaríamos "un culillo de mal asiento" .  Y reflejaba la parte no tan "nice" de vivir hoy aquí y dentro de "X" tiempo allí, y dentro de otro "X" más para allá. 

Lo que no se dice cuando uno lleva vida de nómada son los momentos difíciles, extraños o chocantes que vives cuando llegas a un lugar nuevo, cuando estás tú, allí, sólo, sin conocer a nadie; cuando te vas a dormir en una cama nueva y en una habitación que no huele a tu habitación de siempre; cuando comienzas a vivir otra vez con unos desconocidos que con el tiempo se convertirán en tus nuevos amigos o compañeros; cuando sales a la calle y te pierdes y cuando te das cuenta, has pasado 4 veces por el mismo lugar...Cuando no tienes al lado a una persona de confianza, a la que le puedas contar todo lo que te ha pasado en ese día, cómo te sientes, o que simplemente, te de un abrazo; porque los comienzos, son a la vez que sorprendentes por la novedad, difíciles, por el empezar de cero una vez más.

Y cuando vuelves al que se supone que es tu hogar, los primeros días todo te sabe bien, todo te hace ilusión: ver a tu familia, amigos de siempre, pasear por las calles donde solías caminar; oír al vecino, escuchar el ruido de tu coche, conducir, comer; salir a los mismos sitios de siempre; y ver como nada ha cambiado. 

Es una sensación de que todo sigue inmóvil, sigue ahí, pero tú ya no eres el mismo; cada vez que atraviesas una nueva barrera cultural, cada vez que te adaptas a otro lugar; cada vez que conoces a otra gente; tus ideas van cambiando. 

Y pasado un tiempo, te vuelve a picar el gusanillo, y vuelves a preguntarte: ¿Y cómo será vivir en aquel lugar? E inicias la aventura del nunca acabar. 

Pero quizás llegue un día en que la añoranza y la necesidad de sentirte seguro y rodeado de gente que te quiere, haga que ese sentimiento se atenúe poco a poco, y busque esa parte de carencia que no se ve y que no se dice de la vida viajera.