jueves, 18 de agosto de 2016

Riconcitos de Miami II


La primera vez que vi este puerto y esta zona de Miami, conocida como Coconut Grove, me acordé de Málaga, Puerto Marina... fue como un flash-back; ver sus edificios cercanos al pequeño puerto, lleno de barquitos, de palmeras, y bajar una pequeña cuesta para llegar al lugar (cosa inusual en Miami, ciudad plana donde las haya); me recordó muchísimo a esos rincones de España.

Y descubrí uno de los atardeceres más bonitos de Miami.http://unachicadealdea.blogspot.com/2016/06/atardeceres.html 

Además, Coconut Grove es un barrio que cuenta con una zona de tiendas y restaurantes variados; junto con un centro comercial llamado CocoWalk, haciéndola un área llena de vida y de color, no sólo por su densa vegetación, sino por su especie de casetas-kiosco y su coloreada decoración.












domingo, 17 de julio de 2016

Rinconcitos de Miami

 Porque en Miami no todo son playas, al sur del Miami Dade County, se encuentra una especie de pueblo inglés (por la arquitectura de sus casas) en medio de lo que parece una selva o jardín botánico. El llamado Cauley Square, ofrece desde una tetería, al más puro estilo británico; al estudio de un pintor, o una tienda esotérica; una estatua de un cristo o la de la figura de una mujer hecha con ramas y restos de los árboles.












10 minutos más al sur, se encuentra el Redland Market Village, un mercadillo donde encuentras todo tipo de verduras, frutas, zapatos, ropa, y puestos de comida, sobre todo mexicana, todo a un precio no-miamense y por tanto, muy asequible. Es como introducirse en un barrio latinoamericano, donde puedes, desde comerte unos tacos muy picantes, a bailar una ranchera cantada por mariachis.








jueves, 7 de julio de 2016

Lo que no se dice...

Hoy, leía una post acerca de la parte "mala" del que hace de su vida un ir  y venir de lugares; de lo que llamaríamos "un culillo de mal asiento" .  Y reflejaba la parte no tan "nice" de vivir hoy aquí y dentro de "X" tiempo allí, y dentro de otro "X" más para allá. 

Lo que no se dice cuando uno lleva vida de nómada son los momentos difíciles, extraños o chocantes que vives cuando llegas a un lugar nuevo, cuando estás tú, allí, sólo, sin conocer a nadie; cuando te vas a dormir en una cama nueva y en una habitación que no huele a tu habitación de siempre; cuando comienzas a vivir otra vez con unos desconocidos que con el tiempo se convertirán en tus nuevos amigos o compañeros; cuando sales a la calle y te pierdes y cuando te das cuenta, has pasado 4 veces por el mismo lugar...Cuando no tienes al lado a una persona de confianza, a la que le puedas contar todo lo que te ha pasado en ese día, cómo te sientes, o que simplemente, te de un abrazo; porque los comienzos, son a la vez que sorprendentes por la novedad, difíciles, por el empezar de cero una vez más.

Y cuando vuelves al que se supone que es tu hogar, los primeros días todo te sabe bien, todo te hace ilusión: ver a tu familia, amigos de siempre, pasear por las calles donde solías caminar; oír al vecino, escuchar el ruido de tu coche, conducir, comer; salir a los mismos sitios de siempre; y ver como nada ha cambiado. 

Es una sensación de que todo sigue inmóvil, sigue ahí, pero tú ya no eres el mismo; cada vez que atraviesas una nueva barrera cultural, cada vez que te adaptas a otro lugar; cada vez que conoces a otra gente; tus ideas van cambiando. 

Y pasado un tiempo, te vuelve a picar el gusanillo, y vuelves a preguntarte: ¿Y cómo será vivir en aquel lugar? E inicias la aventura del nunca acabar. 

Pero quizás llegue un día en que la añoranza y la necesidad de sentirte seguro y rodeado de gente que te quiere, haga que ese sentimiento se atenúe poco a poco, y busque esa parte de carencia que no se ve y que no se dice de la vida viajera. 






jueves, 30 de junio de 2016

Sorpresas te da la vida

Como decía la canción, "la vida te da sorpresas". Y sobre todo te das cuenta de esas sorpresas cuando pasa el tiempo y ves donde estás ahora, qué sientes y qué piensas ahora, quien te rodea, y quien está ahí a pesar de la distancia.

Como persona viajera que soy, cada vez que me he encontrado en un lugar nuevo, me he hecho la misma pregunta: ¿Quién te iba a decir a ti hace un año que hoy estarías en este lugar?, llamémosle Italia, llamémosle Huelva, llamémosle Irlanda, llamémosle Rumania, llamémosle Miami, llamémosle España.

Y nadie, nadie me lo hubiera dicho; y si me lo hubieran dicho, no me lo hubiera creído. Adoro esas sorpresas de la vida, esos cambios inesperados, aunque no todos sean estupendos, los habrá más o menos gratos.

Y en ese recorrido de sorpresas, veo como las circunstancias de la vida hacen que te vayas modelando; que vayas cambiando ciertas ideas, ciertas formas de pensar; que pases de querer una cosa a querer otra. Que aunque tu esencia sea la misma, van cambiando los sentimientos, va cambiando la forma en la que percibimos a los demás; cambian tus necesidades y tus prioridades.

Te das cuenta de que en cierto modo no eres la misma persona, y te sorprende ver esos contrastes que han ocurrido dentro de ti. Y me alegra cambiar, porque siento que he aprendido una lección nueva y que con ésta sé un poquito más de este juego que es la vida.



lunes, 13 de junio de 2016

Atardeceres...


Se podría decir que los atardeceres son la parte con más encanto del día, la unión del día y de la noche, el paso del bullicio a la serenidad. La fusión de la luz con la oscuridad.

Adoro haber tenido la oportunidad de contemplar distintos atardeceres en lugares muy diversos; y observar uno nuevo y ver cómo me recuerda a aquel del puerto pequeño de Cork o Kinsale, o al puente del antiguo puerto de Venecia con sus vigas de madera.

Ver los edificios al fondo y divisar la imagen de Málaga, y sentirte un poco más cerca de esos lugares a los que sientes que pertenece una parte de ti. 

Me encanta poder recorrerlos en bici y recordar aquellos paseos; sentir la sensación de que el tiempo no ha pasado y de que parece que fue ayer cuando recorría las calles de esos lugares que en su día fueron nuevos para mi. 








Por muchos atardeceres más...

lunes, 30 de mayo de 2016

NYC



New York...¿qué decir de está ciudad que ya no se sepa? 

Es, simplemente, una ciudad de película. Sus altos rascacielos, que te hacen sentir un ser diminuto, su grandeza en general, porque es una ciudad enooorme (díganselo a mis pobres pies); su diversidad cultural, su vida, su no parar...



Lo primero que me sorprendió de Nueva York, fue ver a un montón de judíos, vestidos de judíos, caminando por la calle. Sólo recuerdo haberlos visto en películas y en los Simpsons, y me chocó ver a esos señores con barbas largas, y vestidos de negro, con grandes sombreros unos, otros con el típico gorrito circular; acompañados de sus mujeres, que también iban vestidas como de otra época, y sus hijos, con trozos de pelo/barba postizo a ambos lados de la cara y con su gorrito correspondiente...

Lo siguiente, lo descuidadas que están las estaciones de metro de la ciudad; atravesar por algunos de sus pasillos de noche y en soledad, puede llegar a ser bastante inquietante...




Pero hubieron muchas cosas que me fascinaron, Chinatown, fue una de ellas. 
Es un barrio repleto de comercios chinos, no chinos con bazares como los de España, sino tiendecitas chinas de comidas típicas de allí, adornos, mercadillos con frutas, y restaurantes muy económicos, no sólo chinos sino también vietnamitas o tailandeses. 






Junto al barrio chino, se encuentra " The little Italy", que bajo mi parecer no tiene mucho de semejante a cualquier zona de Italia. Había restaurantes italianos, pero nada más allá de eso, al menos, que yo viese. Pero entiendo que recrear algo que tenga la esencia de Italia en un lugar como Nueva York, que yo diría que es, todo lo contrario, es bastante imposible. 



 


A parte de esos barrios, por supuesto, es impresionante "Times Square", que es ni más ni menos, como lo vemos en televisión: carteles luminosos everywhere, bullicio de gente...es, no saber a dónde mirar! 




Y como no podía faltar...la famosa Estatua de la libertad. 



Pero no sólo hay rascacielos en Nueva Yotk, en pleno Manhattan, también encuentras alguna que otra iglesia y catedral, así como pequeños cementerios; graffitis en las partes altas de los edificios, o  en sus largos puentes. 





He de reconocer que al principio me pareció una ciudad fría, como sin encanto, muy artificial, por su modernidad, por su enfoque al consumismo, a los negocios. Sin embargo, ver el atardecer caminando por el puente de Brooklyn, desde donde se puede ver Manhattan iluminada, como calmada, sin sentir ese ajetreo que se siente cuando estás inmerso en ella; hizo que viera ese algo especial, esa imagen que la hace idónea para cualquier escena de película romántica que a todos gustaría protagonizar.



Bye bye, New York.