domingo, 8 de noviembre de 2015

Rosas y espinas

Así definiría la vida.

Cuando somos pequeños creemos que la vida es un cuento de hadas, con príncipes y princesas que son felices para siempre en su castillo maravilloso. Creemos que la dificultad más grande que vamos a encontrarnos en la vida, es que tu madre no te compre ese juguete que quieres; o que suspendas un examen y tu padre te de unos cuantos de gritos y te diga que hay que estudiar más.

Pero vas creciendo y te vas dando cuenta de que esas historias de los cuentos no se encuentran en la vida real…al menos, no esas historias tan idílicas y con finales perfectos, porque si algo caracteriza a la vida es la imperfección.

Pero, ¿qué haríamos sin esa imperfección? ¿Acaso la vida no sería aburrida, sin problemas que resolver? ¿sin obstáculos que superar? ¿sin penas y alegrías? ¿sin rosas y espinas?

Son esas espinas las que nos hacen crecer, aprender, levantarnos después de cada golpe.

Son esas lágrimas que derramamos las que nos ayudan a cicatrizar las heridas y las que nos empujan a afrontar la siguiente batalla con más fuerza y coraje.

Nunca pensé que mi apellido fuera acorde con mi persona: “Guerrero”, porque  esa palabra me evocaba pelea, violencia,  y me considero la persona más pacífica del mundo. Pero ahora considero el otro significado que la palabra conlleva, aquel de persona luchadora, inquieta, valiente. Y veo que esa es la persona que soy, la que he sido y la que quiero ser.




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